miércoles, octubre 01, 2008

Otoño negro

Pongo en conocimiento de los señores navegantes y habituales de este blog, que el viernes/sábado me voy a pillar tremenda castañaza a salud de los que se den por aludidos.
Visto lo visto, tener tres cuartos de litro de alcohol y siete porros en el cuerpo será lo mejor que pueda hacer el viernes/sábado a la noche. A ver si me da un chungo y me paso un mes en el hospital.
Porque no hace falta más que una mala noticia para que todo el mundo se aparte, y sirva una llamada, kilómetros por medio, para lavar conciencias. Ir a la iglesia, pegarse dos golpes en el pecho, para dormir más tranquilos. Porque todo el mundo tiene cosas muchísimo más importantes que (no) hacer. Porque ya somos mayorcitos para el tan manido "y tú más". Porque llamar por teléfono para ver si alguien está en casa cumpliendo su palabra, está de más y es cutre. Cutrísimo. Tampoco es de recibo que frente a una emergencia nadie pida el ir más despacio con el coche, o se baje el volumen de la música. Porque las cosas que se dejan para luego, cuando ya no tienen solución, son de las que luego más arrepentimiento generan. No por normalizar una acción, se convierte mágicamente en una acción correcta para con los demás. Porque anteponer los absurdos deseos materiales personales a los afectivos, es para recibir hostias. Pensar que se es el centro del universo y todos somos esclavos a sus deseos (¡si, tú que me lees, tú también eres su esclavo!) cuando se tienen ya los huevos negros es para realizarle la vasectomía a pellizcos. Lo simpático es, que aunque tú tengas un problema que ellos comparten, al no implicarse, sus conversaciones son de lo más triviales, siendo lo más importante en sus vidas que la alcantarilla de su calle está abierta(wtf!). La historia se repite, una y otra vez, siempre girando en torno a los mismos.
Las conciencias sucias/limpias permiten ver lo más glorioso y lo más rastrero del ser humano. Y últimamente, no se ve mucha gloria. Porque no se puede gustar a todos, sacrificarse por todos, poner el culo para todos, y sonrisa, palmadita, y soportar puñaladas y pullitas, que no hacen más que acrecentar las ganas de morder ojos y partir piernas.
El viernes no recordaré por qué escribí lo que escribí hoy, no guardaré rencor, y mi vida será un campo de amapolas como siempre. Me quedaré en casa, abrazada al nene en el sofá, viendo una peli. Todo se olvidará. Lo mismo tiene que ver por lo capicúa del día (01/10) o que un compañero se va y yo sigo aquí.

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