domingo, enero 18, 2009

La nieve en Coslada...

...es una mierda como un camión de gorda.
Y esto viene por la nevada del viernes 9 de enero. Llego tarde, lo se, pero hasta ahora no me apetecía postearlo, coñoya.
Me levanto a eso de las 6:30. Desayuno un café expreso (gracias a mi mama por la cafetera pa mi casa), y dos tostadas de pan integral con margarina.
Me pongo mi uniforme de empresa (¿para qué pensar lo que te vas a poner por las mañanas? Pantalones, camisa, jersey, deportivas, y a revolcarte por el suelo). Me coloco mi gorro de calaveras, mis guantes de pobre, me cuelgo la tarjeta identificativa al cuello, besito al nene (no sin antes odiarle un poco porque sigue calentito en la cama), cigarro en labios, cerrar la puerta, llegar al coche, y ¡OH! Primera sorpresa. Una capa de hielo de 3 pares de cojones. 10 minutos mientras me fumo el piti para que se quite el capón (copón) de hielo.
Salgo a la M-40, y me coloco detrás de un camión de arena.
Mientras voy conduciendo pienso "Copón santo, la que va liando el camión con toda la arena que va soltando", así que, intermitente izquierdo, y a cambiar de carril.
Y, cojones, me encuentro el temporal de nieve de frente. Que lo que yo veía no era arena, era nieve :( (gi-li-po-llas)
En fin, que llego al polígamo, y una nevada de la hostia.
Entro al despacho...
Compañero: parece que está nevando
Isaca: sí, en el coño de alguna...
Fina y elegante como siempre.
Cuando bajé a fumar a las 9 de la mañana



En fin. Seguimos currando, y a la 1, dicen los jefes que nos vayamos pa casa, con la que esta nevando, que va a ser lo mejor. Pero al mirar por la ventana...



Viva y bRaBo!!! bRabísimo!
Lástima no tener vídeos de los camiones derrapando contra los coches (muchos uy pero ningún leñazo, tampoco fue tan interesante), ni de la gente intentando sacar los coches. Ni que decir que yo fui cobarde, y tomé la decisión de ir andando hasta la estación de Coslada.
Suerte que un compañero que se atrevió a coger el coche me vio andando por mitad del palíndromo, con la nieve llegándome a la mitad de la pantorrilla (y deportivas de tela, viva yo) y se ofreció a llevarme a la estación en coche (viva él y la madre que lo parió).
Ni que decir, que el tren petadísimo. En Atocha no había tanta gente. Llamé al nene (en casa desde las 11) para que me fuese a buscar a Aluche.
Llegué a casa, y lloré de la risa al ver/leer/escuchar la crítica de la gente por el colapso.
Cojones, pa una vez que nieva...

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