Y

Y cambié todas las contraseñas.
Incluso la del banco.
Y lo cambié todo.
Y fui a la peluquería y me corté aún más el pelo.
Y me maquillé, hacía tiempo ya...
Y fumé y fumé y fumé hasta vomitar.
Y esa noche descansé, no me dio tiempo a pensar.
Y soñé. Soñé con todo. Toda mi gente salió en sueños.
Y desperté pronto, y no sabía que hacer.
Y fantaseé en la cama, sobre todo un poco.
Y levanté, y no desayuné. Y seguí fumando.
Y hablé contigo, y contigo también. Contigo no, pero contigo sí.
Y me gustaría poder hablar contigo, pero tú no estabas.
Y eché de menos a gente que no conozco. Y recordé un sueño, y lo escribí. No quiero olvidar ese sueño.
Y reflexioné sobre una película.
Y salí a hacerme una foto. Y a hacer fotos en general, a la calle, a mi calle.
Y llegué a casa y las borré todas.
Y odié a la vida, a ser consciente, a tener visión de la realidad, a pensar que no tengo alma, ni espíritu, ni destino, que las casualidades no existen y que cada uno barre para su casa.
Y descubrí quien era yo y lo que estaba haciendo aqui. Y me vi como un trozo con carne con sentimientos, y basta. Que tengo que currar para poder seguir viviendo, que el amor no existe más allá de la cabeza de uno mismo, y que yo soy la única dueña de mi cabeza sin pelo.
Y dejé de odiar a la vida, a ser consciente, y a tener visión de la realidad. No quiero alma, ni espíritu, ni destino, que las casualidades son suerte, y que he de comprarme una escoba.
Y escuché música, mi música, y reforcé mi convicción de que lo que piensen de mi los demás me da igual.
Y me di cuenta de que me hago vieja, y que tengo tantos recuerdos que habría de tirar algunos para guardar los que están por venir, pero quiero guardarlos todos, asique los apiño y se me juntan unos con otros y los mezclo. Ya podré orden un día de estos.
Y pensé en que si fuera muda reventaba.