lunes, abril 02, 2007

De la pena, la angustia y el dolor

¿No te da vergüenza?
A mi me daría vergüenza, de hecho la siento. Ajena, pero la siento. Y siento dolor.
Tienes más de 60 años, y los huevos negros. Creo que ya eres mayorcito.
Tú, que hasta hace un tiempo me pareciste un buen hombre...que engaño, joder.
Habeis demostrado, tú y tu cuadrilla de buitres, a lo largo de los años, que sois unos ladrones...mira mira, así te lo digo, LADRONES!
Robar a tu propia familia...ya hay que ser desgraciado.
Pero eso son minudeces.
Agredir, pegar, amenazar e insultar a una mujer de 60 años porque reclame lo que es suyo, eso si que no es ninguna minudez. Que aún así, sigas en tus trece de que llevas razón...eso, querido, eso es enfermedad mental.
Asique, aun siendo sangre de mi sangre, te deseo de todo corazón, un triste final.
Lo siento. Y me duele.
Pero más me duele ver las marcas de tus puños en cara ajena. Siento su dolor, y sus lágrimas son las mías. El odio de sus hijos, es mi odio. Y las ganas de matar de su marido, son las mías.
Vergüenza tendría que darte, maldito desgraciado, de poner siquiera la mano encima a una mujer.
Y hete aquí que te vas a ver solo.
No queremos cabrones asesinos, gracias.

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