sábado, abril 08, 2006

Apatrullando la "siudá"

Canción de el Gradioso, Espectacular y por siempre Inigualable El Fary, que entonaba cuándo iba él con su taxi por las calles. Ya quisiera yo encontrarme con un taxista como él y no con los bichos con los que topo. Y es que creo que en cuestión de transportes, soy la mujer con peor suerte del mundo. Especialmente con los taxistas.
Desde el resalao que te anima a dejar tu curro, hasta el que te pregunta lo que haces por las noches con tu novio, pasando por el anti-catalán (que dice cosas como Campo Nuevo y Generalidad, porque él es castellano y habla el castellano, y arriba España!).
Pero no he pasado tanto miedo con un taxista como el jueves al salir del curro. Paré un taxi, y al montarme, ni saludo, ni dónde te llevo ni nada. Me quedé sentada como un monito en la parte de atrás del taxi, despues de dar las buenas noches, esperando alguna reacción por su parte. Cuando pasó el tenso minuto de silencio dije "A XXXXXXXXXX, por favor". No dijo nada, simplemente arrancó.
Al rato preguntó "Por la m-30?". A lo que yo contesté que no sabía otro camino por el que ir. Llevaba puesta Top Radio, e íbamos tan contentos los dos con la música. Se le caló el coche un par de veces (o cinco, que las conté), dió marcha atrás en mitad de Puerta de Toledo porque se confundió, con la consecuente pitada. Se metió en prohibida en Marqués de Vadillo. Donde marcaba 20, iba a 80, y donde marcaba 100, iba a 50.
En esto que al hombrecillo no se le ocurre otra cosa que poner Radio María. Hablaba un pobre hombre al que el locutor quería cortar enseguida por el peñazo que estaba contando. La verdad es que su historia era triste, tristísima, pero no pude evitar una carcajada cuando dijo: "Perdone que me extinga". Obviamente, no quería decir eso. Pero mi carcajada sonó en todo el taxi. En lo que el taxista, a gran velocidad, gira la cabeza por completo y agrega: "Señorita, le hacen gracia los problemas ajenos?", con cara de exterminador público y los ojos inyectados en sangre.
Y yo, entre el acojone porque el taxista iba mirandome a mi y no a la carretera, y la mirada de odio pronfundo que me dedicó, me trabé al hablar, y por primera vez en mi vida, no supe que decir... "No...esto...verá...es que ha dicho Extinga, cuando quería decir Extienda..."
El camino hasta mi casa no fue mucho mejor. El señor cambió a los 40 principales y subió la música hasta extremos inimaginables por mis tímpanos. Le dije que bajase la música, que iba a hacer una llamada, a lo que contestó "Es que esta canción me gusta".
Amigos, cuidado con los taxistas. Aunque no teneis porqué tenerlo, ya que todos los raros me tocan a mi.

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